Autor: Eliseo Alberto
Editorial: Alfaguara
Páginas: 357
Epifanía de la memoria
La memoria de las acontecimientos que a uno le suceden suele confundirse, desdibujando así la verdad y lo verosímil. Esa memoria se ha convertido por mérito propio no tanto en un género sino en el terreno hábil de una literatura compartida. Y no destierren la palabra literatura del enunciado anterior: soy de los que piensan que esa memoria ya sólo puede existir desde lo literario. Eliseo Alberto (Arroyo Naranjo, Cuba, 1951) ha escrito, nunca mejor dicho, un libro memorable. “Por lo pronto no se alarme nadie si este texto asume a ratos un tono de frío documento leguleyo: he decidido redactar de puño y letra mi propio informe contra mí mismo, para que al menos me condenen por lo que pienso y no por lo que otros opinan de mi melancolía, y de este miedo tenaz que me hace decir: que no te obedezca no quiere decir que te traicione.”
Informe contra mí mismo es un magnífico ejemplo de lo anterior. “No me propongo escribir la memoria de la historia sino la historia de mi memoria, marcada por la cruz de mis fantasmas. Todo recuerdo reposa como un sueño: si se cuenta, dicen, no se cumple.” Es un libro silencioso porque toca lo sucedido desde lo poético (hay momentos que uno tiene la gozosa impresión de que está leyendo una novela atravesada por un halo poético), es un libro fantasmal porque lucha cuerpo a cuerpo contra los recuerdos prohibidos, es un libro digno porque da voz a los que no la tienen, es un libro doloroso porque dibuja el contorno de una sola herida: Cuba, es un libro insultante porque denuncia la extensión y la magnitud de una tragedia histórica e íntima, es un libro libre porque reposa en el testimonio de la esperanza, es, al fin, un libro personal y colectivo, un libro sereno que atañe hasta el último cubano. Pero también a quien quiera conmoverse ante el testigo de un hombre que, como don Quijote, lucha contra los fantasmas que en forma de molinos de viento, tiñen su cabeza de imágenes irrepetibles.