Existe una Hispanoamérica que traspasa sus fronteras geográficas, culturales y lingüísticas para ingresar en otros países y, sin embargo, la producción literaria que de ello se deriva es la misma y a la vez distinta. Estas varias culturales que se trasladan producen formas literarias que conforman un corpus perfectamente identificable dentro de la cultura en la que se insertan. La “literatura chicana” es uno de esos corpus, producido por los mexicanos trasladados al sur y al oeste norteamericano.
Sandra Cisneros (Chicago, 1954), ejemplo paradigmático de esta literatura chicana, es la autora de Una casa en Mango Street, publicada por Ediciones B, de la que vendió más de dos millones de ejemplares. Ahora presenta Caramelo o Puro cuento donde relata la saga familiar de los Reyes, familia mexicana que se traslada de México hasta Chicago. Lala, el personaje principal, relata desde su punto de vista, el curso de su vida –niñez y adolescencia- ensamblando aquí y allá cientos de anécdotas e historias de la familia, construyendo así un solo cuadro con miles de colores personales. Caramelo es una novela familiar e íntima: uno tiene la impresión de que con ella Cisneros ha vencido a todos los demonios de su infancia. La novela refleja ese mundo nostálgico que tiene algo de telenovela: aquí también afloran y se dulcifican los sentimientos de un universo que trata de no desaparecer. A caballo entre México y EE.UU., Cisneros construye un admirable territorio propio, entre el pasado y el presente, donde lo más destacable es ese invisible hilo que engarza una historia con una pequeña anécdota o con un sentimiento perdido. Todo ello se verbaliza con un lenguaje y una sintaxis fronteriza: ese lenguaje es la expresión perfecta de una síntesis cultural. En este sentido es encomiable la traducción que la poeta Liliana Valenzuela ha llevado a cabo.
Novela construida como un tejido, hecha de conversaciones “con su arabesco de voces y vidas entrecruzadas”, Caramelo es una propuesta narrativa audaz, exuberante, cuidadosa con el habla y, en definitiva, sensual. La novela está para leerla, pero Caramelo será degustada.