A César Aira (Coronel Pringles, Argentina, 1949) hay que leerlo a la luz de los gestos paródicos que la vanguardia histórica plantea y que él ha tomado como propios. Hace tiempo que ya sabemos que Aira ni es un autor escondido ni de una exigua obra literaria. Su literatura crea opiniones encontradas y sumando novelas, ensayos y traducciones llega a unas setenta obras.
Las aventuras de Barbaverde es cuatro en uno: “El gran salmón”, “El secreto del Presente”, “Los juguetes” y “En el gran hotel”. Es cierto que los cuatro relatos tienen una más que evidente conexión. Se trata de contar en un escenario (la ciudad argentina de Rosario) la vida de dos personajes (el periodista de “El Orden” Aldo Sabor y Karina, la artista) en medio de la amenaza que supone para el mundo la presencia del profesor Frasca, el malo en las historia protagonizadas por Barbaverde. Para el narrador “el concepto de «superhéroe» era de por sí un prisma bivalvo de ficción y realidad, metáfora del deseo de potencia realizándose en el sueño, el sueño de la aventura despertando en la metáfora.” Al lector le resulta cansino la historia plana de unos personajes sin fondo y grotescos, aunque la lectura le haya pasado volando.
Cuando Aira o sus editores han decidido unir en un solo bloque estas cuatro breves narraciones han tomado un riesgo excesivo. Visto en su conjunto el texto adolece de los mecanismos más perentorios que podemos reclamar a la ficción. Es verdad que Aira escribe bien y que su imaginación es delirante, pero en este texto su escritura es excesiva y la historia, superficial. Aira ha confiado demasiado en las segundas lecturas que sus lectores siempre hemos realizado convencidos de que su literatura reclamaba una vuelta de tuerca que este texto no permite. Un texto ingenuo, superfluo y redundante.