Sealtiel Alatriste (México, 1949), es editor y diplomático (actual cónsul general de México en Barcelona), pero tengo para mí que sólo se concibe en tanto que escritor. Autor de varias novelas le reconozco como el autor de una obra memorable sobre Kafka que pasó desapercibida en España titulada El daño (Espasa, 2000).
Conjura en La Arcadia no es una novela histórica. Sin embargo la historia de México de una u otra manera atraviesa toda la obra. Una Historia en mayúsculas que es dibujada con el trazo seguro del detalle que Nabokov reclamaba para las novelas que valía la pena leer, es decir, releer. La exactitud de la prosa de Alatriste no es un elemento más, sino la puerta desde la cual se accede a todo este mundo narrativo. Son estas “capas de vida cada vez más precisas” de las que habla Nabokov las que permiten al lector configurar un fresco narrativo inspirado. Porque la novela se lee como un ingente caudal de tramas narrativas, personajes y situaciones minúsculas orquestados desde la batuta de una poderosa y subyugante voz narrativa. Bajo el trasunto real de un hecho que aconteció en 1919 en México, el secuestro del cónsul de Estados Unidos en Puebla, Henry O. Watkins, Alatriste construye una novela que bascula fundamentalmente entre dos personajes, el narrador, Uriel Eduardo Alatriste y el ministro sin cartera, don Luis Güicho, verdadero ejecutor de las decisiones que le competen al Supremo Jefe, quien anda demasiado ocupado en asuntos que más tienen que ver con las faldas que con el país. Dos recursos extraordinarios acompañan en todo momento la narración: por un lado, un saludable sentido del humor, la otra cara de la tragedia, y por otro un erotismo prodigioso que empapa numerosas situaciones.
Dos declaraciones parecen estar en el centro mismo de esta poderosa ficción: la primera indica el peso de la realidad, aquella lógica dictatorial que destroza al país y ahoga a tanto personaje: “La lógica del poder es lo único que importa, lo demás es una bagatela para que se entretengan los hombres sin fortuna.”; la otra, afirma que “la única salida es la ilusión, porque a diario la vida supera el límite que pone.” Conjura en La Arcadia tiene algo de novela que a pesar de estar anclada en la realidad del poder (cuando no en el poder de la realidad) huye constantemente de ella gracias al humorismo que puede brotar de las situaciones más patéticas. Alatriste nos habla de un México descarnado y poderoso al lado de un México alegre y sutil que dejar traslucir la razón intacta de una escritura intensa.