Elena Poniatowska (París, 1942) se ha pasado media vida descifrando los entresijos de la vida mexicana. A medio camino del periodismo y de la literatura su vastísima obra abarca el cuento, la novela, la crónica, la memoria y el testimonio.
Con Leonora Poniatowska ha ganado el Biblioteca Breve 2011. Ha nadie debería extrañarle esta novela porque la autora de La noche de Tlatelolco (1971) ha querido ampliar la serie de novelas cuyos asuntos y personajes son el alma de lo mexicano, sea lo que fuere. Querido Diego, te abraza Quiela (1978), sobre Diego Rivera y su esposa Angelina Beloff, La «Flor de Lis» (1988), sobre la infancia de una niña que es sobre todo una autobiografía y Tinísma (1992), sobre la vida en México de la fotógrafa Tina Modotti son la antesala perfecta de esta Leonora que retrata a la pintora surrealista Leonora Carrington, para quien “… vivir de acuerdo con los demás es una enfermedad.”
La eficacia de Poniatowska para recrear escenas de un personaje realmente singular que convivió con Max Ernst, Duchamp, Breton o Picasso le debe mucho a su endiablada habilidad para reconstruir a sus anchas episodios que tuvieron a determinadas mujeres en el centro del huracán de la historia del siglo XX. Y no menos a su sabiduría para acicalar esa reconstrucción ficticia con una suerte de diálogos vivísimos que Poniatowska debe haber recreado de los muchos encuentros de la escritora con la pintora y de las copiosas lecturas a las que ha recurrido para poder imaginar los episodios de una vida de una pintora ambidiestra como los locos. Y a la que trataron una y otra vez, según confiesa la propia Carrington, como una disfuncional porque podía escribir con las dos manos y en espejo. Cuando el amor de su vida, Max Ernst, fue llevado a un campo de concentración Leonora enloqueció y la confinaron en un manicomio de Santander. Años después, le confesaba a Ernst: “… necesito explorar algo que vislumbré en el manicomio, algo que va más allá… quiero ir detrás de lo absurdo, caer del otro lado de la lógica, encontrar lo que da el absurdo, si es que puede darme algo.”
El personaje que ha dibujado Poniatowska es una mujer que jamás abandonó su infancia, a pesar de querer a toda costa evitar el yugo familiar y muy especialemente el peso que tenía la figura paterna. Insumisa, extravagante, genial y convencida que ella sí era diferente, de que a ella las cosas le sucedían, la novela nos presenta con acierto a una pintora que quiso ser Alicia en el país de las maravillas y que muchos años después, cuando la soledad le acaricia comprende que lo que hizo durante toda su vida fue pintar su nostalgia.