Publicada en Argentina hace dos años Las teorías salvajes es la primera incursión de Pola Oloixarac (Buenos Aires, 1997) en la novela.
Para ser una obra primeriza el texto se las trae. A primera vista parece la historia de “la pequeña Kamtchowsky”, estudiante de filosofía en la Universidad de Buenos Aires que trata de llevar a término “el proyecto de una ontología de los hechos humanos: una teoría de las Transmisiones Yoicas, modelo para una antropología de la voluptuosidad y la guerra.” Pero la novela puede ser leída también como una reflexión sobre los acontecimientos históricos de los últimos 40 años de Argentina. Admite una lectura no filosófica, pero sí teniendo a la filosofía como la ballesta que permite disparar con exactitud la flecha que va a doler en la mentes bienpensantes: potentísimas ideas quizá no del todo armadas narrativamente. Pertrechados con no pocas referencias, nombres y obras filosóficas los personajes juegan a filosofar sin ánimo de querer rivalizar con nadie, salvo con ellos mismos. Puede entender el lector como quiera esas referencias que no pretender sentar cátedra. Pero es comprensible que pueda parecer una ostentación innecesaria. El gesto es atrevido y marca un terreno ya explorado: la modernidad literaria es a veces un amalgama caótica de autores y tradiciones que no siempre han sido bien digeridos. La referencia ya no es enciclopédica, sino el buscador de Google.
Hay también una lectura reflexiva sobre el propio texto: metaficción con constantes autorreferencias del narrador, notas al pie problematizando lo que se acaba de enunciar y una troupe de narradores no fiables que hará las delicias de los teóricos de la literatura. Cabe, si se quiere, una lectura sobre la conducta del ser humano, sobre su derribo moral y físico, sobre cuánto importa el sexo, sobre el uso y disfrute que de la diferencia se debe y puede hacer, sobre la tecnología 2.0, sobre la barbarie frente a la civilización o sobre el Aleph borgiano en una páginas finales deslumbrantes. Y, sí, todo ello como si tal cosa.
Las teorías salvajes es una novela imprecisa, ambigua, pedante, demasiado atrevida, incoherente y todo lo que se quiera, pero abre un camino: una dicción nueva, una manera nueva para decir lo de siempre y que, por momentos, hace delirar al lector.