Estoy leyendo libros que agotan mi paciencia. Libros que inspiran al olvido. Leo libros que anulan los elogios. Leo libros que inoculan veneno en cada línea. Leo libros que aumentan el deseo. Y libros que documentan todas las hecatombes. Leo libros que amenazan con leerme. Libros que devoran mi saliva. Leo libros absurdos, cadavéricos, sarnosos. Y libros sacudidos por el terremoto provocado por una mariposa a miles de kilómetros. Leo libros que se abren como quistes sebáceos, con pus elegantemente recogida en gasas hidrófilas esterilizadas. Leo libros anodinos y esbeltos, a dieta de pasión. Y libros feroces y salvajes como los detectives. Libros rizados y libros con el pelo cortado a lo garçon. Leo libros con cicatrices, con costras en las rodillas y en los codos. Y libros fraudulentos, débiles, ridículos vehículos para un rally. Libros graves, canosos, violentos. Libros isotónicos.
Javier García Rodríguez
Fragmentos