Dos obras narrativas, a pesar de que también es poeta, jalonan a Rodolfo Fogwill (Buenos Aires, 1941): Cantos de marineros en la pampa y La experiencia sensible, ambas publicadas bajo el sello de Mondadori. Si en aquella descubrimos diez textos vertiginosos, tan intimidatorios como seductores y en ésta Fogwill enfrentó al lector hacia un relato en el que la presencia del azar era la nota predominante, ahora, con En otro orden de cosas, el autor argentino consigue dar otra de vuelta de tuerca a su producción, a riesgo de equivocarnos.
Esta nueva entrega de Fogwill cuenta el ascenso de un personaje desde el año 1971 a 1982. Se nos relatan las decisiones e indecisiones de un joven revolucionario, que acabará convertido en un obrero de la construcción. Su buen hacer le llevará a formar parte de aquellos que toman las decisiones en la empresa hasta llegar a la médula de la globalización. Vuelve Fogwill por sus fueros, como lo hizo en La experiencia sensible, y sitúa la acción narrativa en la década de los setenta, años que el autor considera decisivos porque marcaron la historia reciente de Argentina. En doce entregas, una por cada año transcurrido, “sea una novela, un relato o un mero equívoco literario”, Fogwill presenta “una penosa biografía, construida con la mezcla arbitraria de la biografía del autor, de otras que conoció y de la del propio personaje”, tal y como el propio el autor declara al inicio del libro.
Escribir para Fogwill es siempre un ejercicio aleccionador que disecciona la realidad, y más en los tiempos que corren para su país, tratando de soportar el peso del tiempo para colocar en el centro de la fábula (aunque el tono ocasionalmente se aproxime también aquí al ensayo o a la crónica) el poder redentor de la memoria: “Tachar, intercalar, repetir lo sabido y subrayarlo temiendo que pronto se perderá, es como el ejercicio de recontar aquellos días que se aplastan contra el vidrio de la memoria.”
Fogwill una vez más nos presenta una escuetísima línea argumental sobre la que cimentar una historia de progreso y promoción de un enigmático personaje cuya conciencia vemos dibujar paulatinamente. Nada hará cambiar el rumbo de su propia historia, que es también la de Argentina: todo debe seguir el otro orden de las cosas, aquel que dicta el azar. Con una escritura concisa y lacónica, Fogwill nos ha ganado: rescata una y otra vez formulaciones que nos hacen pensar en la fuerza del aforismo (“el cuerpo es el modelo equívoco de la voluntad”, “el arte y los espectáculos usan el caos para producir el orden” y también “el orden no resistiría que se hable directamente de la condición necesaria para su vigencia”) que nos traslada a un terreno propicio: la comarca Fogwill.