Alfredo Bryce Echenique (Lima, Perú, 1939) es un tenaz creador de ficciones que buscan ansiosamente la intimidad con el lector, la complicidad de la oralidad compartida, el humor y la ironía. Sabemos de su irresistible necesidad por conquistar al lector con una estrategia discursiva cordial que es, en realidad, el encantamiento por la fábula, la seducción de aquel ‘érase una vez’ que funda todo relato. Sin otro asidero que la propia subjetividad, novelas como Un mundo para Julius (1970) o La vida exagerada de Martín Romaña (1981) han contaminado elocuentemente nuestras vidas que esperan escuchar la vívida escritura de un escritor dadivoso y entrañable.
Entre la soledad y el amor es un ensayo que puede ser leído, como todo en Bryce, en clave autobiográfica. La soledad, la depresión, la felicidad y el amor definen los apartados del libro y dan cuentan de las claves desde las que podemos leer buena parte de su literatura. Es este un libro alejado de sus ficciones, pero nos ofrece a un Bryce capaz de escribir sobre esos temas cotidianos sin grandes discursos, evitando los riesgos de la pedantería y acercando su discurso –que es el nuestro- al oído atento del lector incapaz de dejar el libro. Para alegría de sus lectores, Bryce es un escritor triste y de ahí que los mejores y más lúcidos fragmentos del libro y, a la vez, los más extensos estén dedicados a la soledad y a la depresión: “Para sentirse solo, es preciso desear ser dos, al menos, o haberlo sido y conservar la nostalgia de ello.” Aquellos que son adictos a Bryce comprobarán con regocijo que incluso cuando su tono es ensayístico su imaginación es literaria y prueba de ello es el relato titulado ‘Del humor, del dolor y de la risa (crónica de una depresión)’.
El lector puede ahora recrearse en la lectura de un libro muy personal, irónico, sobrio en su forma, penetrante en su intención y edificante en su tristeza.