Y seguramente los espectros no existen, solo son lo que queda del día, el peso del olvido, la memoria echa trizas por el peso asfixiante de la realidad que todo lo cercena. Sin embargo, “se manifestaban como el reverso de la obscenidad, como una inocencia.” Lo seres que pueblan el edificio en construcción con el que César Aira (Argentina, 1949) ha querido mostrar los mimbres de una obra también en construcción “…no eran dos o tres o cuatro, como podía esperarse de ellos dada esa rareza característica que los constituía, sino una verdadera multitud, que salía de aquí y allá, apartándose, sin dejar de reírse y gritar como globos que reventaran.”
Los futuros propietarios visitan los pisos que deberían haber sido entregados ya y conviven un 31 de diciembre con albañiles, electricistas y decoradores que se afanan por terminar la obra. Pero junto a ellos varios fantasmas deambulan desnudos por lo que había sido su casa, el antiguo edificio que fue demolido para construir el nuevo, el lugar donde fueron felices.
La carrera final de La Patri, una de los nuevas inquilinas, precipitándose hacia el abismo es también el precipicio hacia el que se encamina buena parte de la obra de Aira: en palabras de Frank Kermode, el sentido de un final que no es sino la condensación, culminación y revelación de todo el libro. Si como quería Ricardo Piglia “un cuento siempre cuenta dos historias” Los fantasmas es un ejemplo idóneo para ejemplificar la historia secreta revelada al final en la clave verdadera del libro. El procedimiento que hace posible el milagro consiste en mimetizar la anécdota y crear una atmósfera propicia para que el relato cobre una nueva relectura cuando el lector, atónito, cierre el libro.
La ciudad, los edificios, los pisos y las habitaciones son los nichos donde viven y conviven los vivos con los ausentes, los que vivieron en un edificio que “…seguía siendo un esqueleto de concreto” con los nuevos propietarios, que esperan celebrar el nuevo año en los nuevos pisos. Lo antiguo y lo nuevo convive para que se pueda pensar en “…un arte en el que las limitaciones de la realidad tocaran en su mínimo, en el que lo hecho y lo no-hecho se confundieran, un arte instantáneamente real y sin fantasmas. Quizás existe, y es la literatura.”