Arturo Uslar Pietri nació el 16 de mayo de 1906 a las dos de madrugada. Sus padrinos fueron el Presidente de la República, General Cipriano Castro y su esposa Zoila Rosa Martínez, augurando así que ese pequeño sería uno de los hombres más influyentes de la política venezolana e hispanoamericana del siglo XX. Por su forma de reaccionar ante una contrariedad su madre le llamaba San Francisco de Asís. Tras recibir una formación francesa, consiguió su primer trabajo copiando el menú de un hotel de Maracay. Pero Uslar Pietri leía con voracidad a Julio Verne, Salgari, Sherlock Holmes… y guardaba en su fuero interno el deseo inquebrantable de convertirse en escritor.
A los 22 años publicó el libro más influyente de la moderna cuentística venezolana, Barrabás y otros relatos. Con un lenguaje aquejado todavía de achaques modernistas construye unos relatos modernos que buscaban la cooperación del lector. Pero la fecha decisiva en su vida fue 1929. Tras obtener su Doctorado en Ciencias Políticas, viaja a París como Agregado Civil a la Legación de Venezuela en Francia. Para este joven de 23 años París es un mundo desconocido: significó conocer de primera mano la vanguardia y coincidir con otros dos jóvenes en una terraza de Montparnasse para tomar café. Uno estaba escribiendo Leyendas de Guatemala y parte de lo que sería Hombres de maíz: se llamaba Miguel Ángel Asturias. El otro, componía Ecue-Yamba-O y respondía al nombre de Alejo Carpentier. Uslar Pietri luchaba contra Las lanzas coloradas (“¡Noche oscura! Venía chorreando el agua, chorreando, chorreando, como si ordeñaran el cielo.”) Una triada que orientaría la literatura hispanoamericana hacia el realismo mágico, herramienta analítica que él mismo puso en circulación años después al escribir su famoso ensayo “El cuento venezolano” en 1948, siete años antes de que Ángel Rama lo utilizara en su programático “Magical Realism in Spanish American Fiction”. Su relato corto “La lluvia” es el paradigma de todo ello. En París conoce a Paul Valéry, Breton, Dalí, Buñuel, Alberti…, asiste a la tertulia de Ramón Gómez de la Serna todos los sábados y sucumbe al “cometa perturbador de James Joyce.”
A su vuelta Uslar Pietri es ya un prohombre del siglo XIX, un humanista total capaz de desempeñar funciones de Gobierno como secretario de Presidencia, ministro de Educación, Hacienda y Relaciones Interiores. Candidato a la Presidencia, director del diario El Nacional, Embajador Permanente ante la UNESCO y profesor universitario, tiene la premonitoria convicción de que los medios de comunicación son el futuro y dedica todo su empeño a participar activamente con 1200 programas de televisión y escribir miles de artículos periodísticos. Después vendrá el destierro, las penurias, las difamaciones desde su Venezuela querida. Como compensación en 1959 representó a su país en la inauguración de la estatua de Simón Bolívar en Washington, pronunciando un discurso que contesta Eisenhower.
Cuando en 1990 se le concedió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras el jurado certificó que era el “creador de la novela histórica moderna en Hispanoamérica.” Ese mismo año publicaba La visita en el tiempo, novela centrada en la atormentada y aciaga figura de don Juan de Austria, confirmando que el autor de las celebradas El camino del Dorado (1947), Oficio de difuntos (1976) y La isla de Robinson (1981) fue siempre un historiador que quiso ser novelista y un novelista que disfrutaba en novelar un asunto histórico: “A mí lo que me ha interesado es la novela en la historia… entrar como novelista… en el campo histórico.”
Ensayista empedernido, periodista cabal, orador apasionado, agitador cultural, dramaturgo, poeta, profesor, diplomático… Borges proclamó que “presentar a Arturo Uslar Pietri es presentar a muchos hombres, porque nuestro huésped puede decir, como Walt Whitman, el escritor americano por antonomasia: soy amplio y contengo muchedumbres…”