Roberto Bolaño dejó escrito que la literatura de Horacio Castellanos Moya (Honduras, 1957) bascula entre varios vértices: “el horror, la corrupción y una cotidianidad que tiembla en cada una de sus páginas y que hace temblar a sus lectores.” A estos tres vértices les podemos añadir otros dos: el humor y el asesinato.
Después de entregar textos desgarradores como Insensatez, Desmoronamiento o El asco Castellanos Moya nos presenta una novela de dictadores sin dictador. Tirana memoria narra la historia de Pericles Aragón, antiguo secretario del dictador salvadoreño, apodado “el Brujo”, que ahora es encarcelado porque se ha convertido en un periodista crítico con el régimen dictatorial. La novedad del libro de Castellanos Moya en relación a las clásicas novelas de este subgénero es que la figura del dictador no aparece, pero tampoco su contrafigura, en este caso Pericles. Es la voz de la mujer de éste –Haydée- la que escribe un diario relatando todos los acontecimientos. La novela bascula entre este relato íntimo y el diálogo de las peripecias del hijo de Haydée y su primo, ocupados ambos en evitar la oscura mano del dictador y la condena a muerte que les espera por haber participado en la insurrección contra “el hombre”.
Soterrada teniendo cerca la cotidianidad que asola a los que andan perdidos porque sus familiares no vuelven, esta Tirana memoria omite otros vértices que le hubieran proporcionado una imagen de los hechos más poliédrica, léase, más creíble. Faltan los vastos laberintos del horror, la corrupción del poder omnívoro y los asesinatos. Todo ello aderezado, si se quiere, con una buena pizca de humor, que nunca falla. Plúmbea y repetitiva la novela se torna inconsistente, demostrando que el tema no basta. Nos negamos a creer que Tirana memoria es lo mejor que puede escribir Castellanos Moya.