Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) nos ha dado muestras más que evidentes de que sus ficciones y ensayos son tan latinoamericanos como europeos. Este difícil equilibrio entre lo propio y lo ajeno es la clave no cifrada de la poética de un escritor que se ha convertido con el correr de los años en uno de los más interesantes novelistas del momento.
Con Las reputaciones Vásquez ha querido entregarnos una novela corta, casi un cuento largo, que narra la historia de Javier Mallarino, “un hombre capaz de causar la revocación de una ley, trastornar el fallo de un magistrado, tumbar a un alcalde o amenazar gravemente la estabilidad de un ministerio, y eso con las únicas armas del papel y la tinta china”. Para este caricaturista lo decisivo es no rendirse, no claudicar ante los poderosos, permanecer en la brecha para dibujar con un solo trazo toda la crítica posible que sus lectores puedan soportar. La caricatura, ese “aguijón forrado de miel”, es lo único que da sentido a su vida, aunque ello suponga poner en peligro a mujer e hija. Es por eso que las “buenas caricaturas tienen una relación especial con el tiempo, con nuestro tiempo. (…) Las caricaturas pueden exagerar la realidad, pero no inventarla.”
Mallarino se consagra día tras día a sondear los mecanismos del poder y de la memoria. Las reputaciones se ensañan con las formas de vida o pensamiento disidentes porque son el último baluarte de una conciencia única: “Tal vez eso era la reputación: el momento en que una presencia fabrica, para quienes la observan, un precedente ilusorio.” La ilusión de una memoria, no obstante, que es capaz de labrar un futuro mejor y que deslinda los territorios de una realidad y su simulación, un mundo pertrechado por el qué dirán y por la contaminación mutua. En este sentido, las caricaturas se erigen en una ilusión que pinta un pasado para construir un futuro. Si las caricaturas son el terreno abonado de la mentira poco importa ya pues “es necesario mentirnos, claro, porque nadie puede soportar demasiada clarividencia”.
Sepa el lector que en la narrativa de Vásquez a un tiempo alejada y despiadada con la historia de Colombia encontrará un espejo que refleja con nitidez un mundo que también es el nuestro.