A Borges le provocaban terror los espejos. No soportó nunca las imágenes propias o ajenas. En su casa, cuenta Alejandro Vaccaro (Buenos Aires, 1951) en Borges. Una biografía en imágenes, no había espejos que pudieran devolverle una copia distorsionada de sí mismo. Su literatura no es visual. Su vida se convirtió en una habitación sin luz llena de libros. Casi ciego, destino que compartió con James Joyce, ya sólo pudo disfrutar de la letra a través del oído. Es extraño entonces leer un libro como éste plagado de imágenes -algunas recónditas- porque nos devuelve a un Borges retratado en la intimidad. Una obra que contenga fotografías, retratos o dibujos sobre la vida de un escritor debe cumplir un requisito elemental: la letra no puede debilitar la imagen y todavía menos entorpecerla. Vaccaro, autor de Georgie (1899-1930). Una vida de Jorge Luis Borges (Proa/Alberto Casares, 1996), ha sabido combinar una selección espléndida de las imágenes más sobresalientes de la vida de Borges con el relato exhaustivo de sus quehaceres.
Borges. Una biografía en imágenes no es un libro sobre la literatura de Borges, tampoco pretende descubrir una nueva interpretación sobre este cuento o sobre aquel poema. No busque el lector el dato ínfimo de su biografía sobre el que sostener nuevas versiones sobre la obra de Borges. Pero lo que sí encontrará es un recorrido impactante sobre los movimientos cotidianos que la vida le deparó a este genial escritor. Vaccaro no analiza, sólo presenta el ritmo cotidiano pasando revista a su intensísima existencia: prologó infinidad de textos, auspició un gran número de revistas literarias, presentó textos y libros de amigos o conocidos, aceptó dar cursos en muchas universidades, accedió a cargos poco importantes pero decisivos para él e hizo de la conferencia su modus vivendi durante muchos años. En la intimidad Borges fue un trabajador infatigable y este libro nos recuerda que las musas siempre le pillan a uno trabajando.